La importancia de llamarse Rick
2:59 | Author: El Pardao
Tirado a la bartola, con esa barba al más puro estilo ZZ Top, tenemos a uno de los grandes, a uno de los mejores productores musicales del pop-rock internacional: señoras y señores, Rick Rubin. Hemos querido usar su imponente imagen para destacar y dar la importancia que se merece al trabajo del productor (de lo que nos ocuparemos en posteriores posts). En este caso, traemos a colación a Rubin por su último y excelso trabajo: Death Magnetic, de Metallica.


Este album, el primer disco en estudio de la banda en cinco años, supone, para muchos, el renacimiento de Metallica como una de las más grandes, sino la más grande, bandas del metal. Supone su noveno disco (sin contar directos ni rarezas varias) y lo que si podemos decir es que puede figurar sin ningún tipo de dudas en la lista de los albumes más importantes del año 2008 (aunque a insignes y respetados bloggers como Jim Garry, The Last Dj, se le haya "quedado a medias" - su lista de 2008 es, en todo caso, impecable). El tracklist de este disco es apabullante y, hasta en los momentos más bajos del album (que alguno hay) uno tiene la sensación de recuperar a los Metallica que siempre adoró, a esos que en directo seguían siendo Grandes pero que en disco flojeaban desde finales de los 90. Canciones como "Broken, Beat & Scarred", "Cyanide", el propio single "The day that never comes" o la maravillosa instrumental "Suicide & Redemption" (toda una declaración de intenciones) sitúan a este disco como el mejor de Metallica desde los tiempos del "Black album" (1991) y al nivel, aunque el sonido de la banda, evidentemente, ha evolucionado (y, por lo tanto, es difícilmente comparable) al "And Justice for all..." (1988).


¿Las claves del éxito? Pues volvemos a nuestro barbudo protagonista del principio... Bob Rock, como productor de Metallica desde 1991, hizo un gran trabajo con "Black album". Afianzó una deriva que se apreciaba en el sonido de Metallica desde mediados de los 80, potenciando esa característica tan Zeppeliana del desarrollo melódico roto con rudeza (¡qué grande suena, aún hoy, "Fade to black" (1984), por mucho que a algunos fans les parezca una "traición"). Las canciones de Metallica, ya desde el "Ride the lightning" (1984) y, sobre todo, en el "And Justice for all..." (1988; ¿hay alguien que no considere "One" como una de las mejores canciones metal de la historia?), se iban puliendo y el sonido del grupo se alejaba progresivamente de sus sucios comienzos en el trash más batallador ("Whiplash" (1983) es también una canción inmensa, pero su sonido, responsabilidad de Jon Zazula, tiene poco que ver con "Blackened", por decir algo).

¿Fue Bob Rock el responsable del cambio? Sí y no. Por más que aún se oiga en algunos círculos, la trágica desaparición del llorado Cliff Burton (reverencias) y la entrada de Jason Newstead a las cuatro cuerdas no tuvo nada que ver con ese cambio de sonido (aunque a veces lo he escuchado por ahí), pues el "And Justice..." tiene piezas instrumentales grabadas y/o compuestas por él. No la tuvo en el "Black album" ni la tuvo en las posteriores entregas ("Load", 1996, y "Reload", 1997, cuando algunos maliciosos empezaron a catalogarles como MTVtallica...). ¿Y la llegada de
Robert Trujillo tuvo que ver con el desastre sonoro de "St. Anger" (2003)? Los que amábamos Suicidal Tendencies y conocemos de lo que es capaz Trujillo sabemos que no... ¿Por qué, entonces, se produjo esa deriva tan, para la mayoría, nefasta?


Dos cuestiones, y las dos las hemos apuntado arriba. Primera, era una deriva natural del sonido de un grupo que iba, si queremos decirlo así, sofisticándose... Una mejor modulación de la voz de Heitfield, desarrollos instrumentales más "melodiosos", estribillos más "digeribles" y, en definitiva, un sonido más apto para todo tipo de oidos... todos son elementos que se iban perfilando desde los 80. La segunda cuestión es la responsabilidad, para bien y para mal, de Bob Rock. El que fuera productor de Mötley Crue, Bon Jovi, Skid Row, etc, entendió bien las intenciones del grupo y, con el "Black album", logró un disco cuasiperfecto, que aunque decepcionó a muchos fans, encantó a otros que seguían al grupo desde los primeros 80 (me incluyo) y tuvo, además, la virtud de atraer a nuevos públicos a Metallica. El problema es que Rock (siguiendo, quizás, las veleidades de un Ulrich cada vez más endiosado) siguió afinando y afinando, hasta convertir a Metallica en un grupo pop-rock del montón que, si bien era capaz de hacer grandes canciones ("Hero of the day", en el "Load", "The memory remains", en el "Reload") sonaba plano, sin personalidad... tal y como le pasó a Bon Jovi (¡qué grandes posibilidades para el hard rock desaprovechadas!). Lo del "St. Anger" mejor ni nombrarlo, porque se nos vendió como el regreso de Metallica a su sonido del principio y, como dije en alguna ocasión, el album de Soziedad Alkoholika que salió en mismas fechas ("Tiempos oscuros", 2003) tenía bastante mejor sonido que el de Metallica (produjeron el mismo grupo y Haritz Harreguy).

Y en estas, ha llegado "Death magnetic" con el todopoderoso Rick Rubin detrás de la mesa de sonido y volvemos a tener a Metallica como lo queríamos... Rubin, padre de la fusión del metal con el rap, que ha logrado sacar chispas a artistas tan variopintos como Slayer o Shakira (¡nunca sonó tan bien!); que es el responsable de uno de los últimos grandes pelotazos del rock duro de los últimos años (System of a Down); que es el adalid del gran sonido de los RHCP en los 90; que ha resucitado a Johnny Cash para el público contemporáneo; que es, en definitiva, un jodido genio.
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1 comentarios:

On 25 de febrero de 2009, 6:08 , Anónimo dijo...

aupa !!!